Fiestas Patronales en Honor a Ntra. Sra. de la Blanca

“El nexo de unión del pueblo de Villablanca es, sin ningún género de dudas, su Patrona, la Santísima Virgen de la Blanca. Todos le profesan una devoción secular, incuestionable, que se mantiene viva de padres a hijos a través de la tradición oral. La Virgen une a los villablanqueros, es su prioridad, un elemento a destacar dentro de cada uno de sus hogares.

Basándonos en la leyenda de la aparición la ermita se empieza a construir a fines del s.XIV, “para albergar a la poderosa imagen y a su hijo”, palabras textuales. Prueba de todo ello es el carácter mudéjar de la época que tienen los arcos ojivales de la nave principal. Los Marqueses de Astorga, señores de estos lugares, mandaron construirla. La leyenda cimenta una advocación. Con esta advocación se forja una devoción y de esta devoción nace un pueblo. La ubicación de la ermita nos sitúa en “un lugar privilegiado que invita al recogimiento, con vistas espectaculares al mar”, palabras textuales de la narración histórica de la leyenda. La ermita aparece un siglo y medio antes que el pueblo y actúa como pila bautismal hasta 1618, fecha en la que se inaugura la Iglesia Parroquial en honor al Mártir San Sebastián. El pueblo se funda en 1537, por medio de la Carta Puebla otorgada por los Marqueses de Astorga, descendientes de aquellos otros que mandaron construir la ermita.

La fiesta patronal propiamente dicha comienza el penúltimo sábado del mes con el Pregón en honor a la Virgen, que hace algunos años tiene lugar el domingo. Para ser pregonero solo hace falta ser villablanquero o sentirse de Villablanca. Seguidamente y ya en la última semana se oficia el Triduo lunes, martes y miércoles. El jueves y el viernes la fiesta pasa a ser más profana, el pueblo se llena de color con el Festival Internacional de Danzas de Villablanca, un referente en el mundo, con un marco espectacular: la Plaza de la Constitución.

El sábado por la tarde se lleva a cabo la Ofrenda de flores a la Virgen. Ante la Virgen baila la Danza, con sus componentes más jóvenes, previamente a la ofrenda, que viene seguida de una misa.

Pero el día esperado y recordado por todos es el Domingo de la Blanca. La Hermandad acompañada por la Danza recoge a la Corporación Municipal en la puerta del Ayuntamiento y desde ahí esta va bailando hasta la ermita. Una de las catorce mudanzas que podemos ver es cuando hacen una especie de arco a las puertas de la ermita por el que van pasando Autoridades y Hermandad. Dentro de la ermita siguen bailando un poco más en un ambiente plagado de emoción y de vítores. Después de la Función Principal vuelve a bailar la Danza. Por la tarde se reza en la Ermita el Santo Rosario antes de la ansiada Procesión, que tiene bastante repercusión en los pueblos limítrofes, de donde vienen muchos devotos, pues es una virgen muy venerada desde siglos atrás sobre todo por los marineros, que encomendaban a Ella cuando veían su pequeña ermita blanca desde el mar. El recorrido es corto, aproximadamente una hora y se va parando varias veces pues el paso es muy costoso de llevar. La Virgen baja hasta el pino llamado “de la Virgen” y se muestra mirando al pueblo. Da la vuelta al pino. Se trata de un pino joven que sustituyó al anterior centenario que se secó en los años ochenta, lo mismo que le ocurrió posteriormente al denominado “del Niño”. La Virgen se dirige ahora hacia arriba parando en la “Puerta del Mar”, donde se la pone mirando hacia este como homenaje a los marineros. Da la vuelta a la ermita y se para delante del pórtico. Ya ha acabado la procesión y ahora empieza la tradicional Puja de la Vara de la Virgen y de los Brazos del Paso. Este acto es muy, podíamos decir, característico de este pueblo, está dentro de una idiosincrasia que no ha variado con los años. La gente se sacrifica y paga por llevar a la Virgen, es un honor para ellos.

El último día de la fiesta es el lunes, cuando tiene lugar por la tarde una misa en la Ermita como Homenaje-recuerdo a los emigrantes, que los hay y muchos, sobre todo en Cataluña y en los años sesenta del siglo pasado muchos fueron a Alemania y Suiza a buscar una vida mejor. Por ellos precisamente la Hermandad cambió la fiesta de la Blanca desde fines de septiembre al último de agosto en 1974. Ya antes se había cambiado en el calendario varias veces: se celebró el día de la Cruz de mayo hasta 1738, el ocho de septiembre, día de la natividad de la Virgen hasta 1893 y el último domingo de septiembre hasta 1974.

En el año 2013 se produjo la Primera Bajada Extraordinaria de la Virgen al pueblo, con un éxito apabullante, una respuesta masiva de fe y devoción de gentes de todas las edades a su Patrona. Bajó el ocho de septiembre y permaneció en la iglesia hasta fines de mes, cuando hubo otra procesión para llevarla a su ermita. A las nueve de la noche todos los días se rezaba la Salve. No la tradicional, sino la que había escrito expresamente para Ella D. Manuel Azamor, hijo del pueblo, que llegó a ser Obispo de Buenos Aires en el s.XVIII y a la que se le había puesto música. Las bajadas de la Virgen piensan repetirse cada cuatro años.

Todos los actos que se celebran en la ermita están coordinados dentro de la parroquia por la Hermandad de la Virgen de la Blanca. Esta hermandad surge en los años cincuenta del veinte de una manera incipiente. Son, por llamarlos de alguna manera, una serie de “hombres buenos”, gente muy devota y con gran capacidad de trabajo. Desde 1974 la hermandad existe como tal de hecho, empezando a diversificar cargos y funciones. De derecho y legalmente constituida está desde el 2002, cuando es erigida canónicamente.”

(Urbano Díaz, M.B, 2015)

 

 

  

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